Historia

De cuando Europa se creyó el centro del mundo

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  1. DOS NO SE PELEAN SI UNO NO QUIERE

El colonialismo es una ideología, una forma de pensar. La Real Academia Española lo define como un “régimen político y económico en el que un Estado controla y explota un territorio ajeno al suyo”. Sin embargo, un sistema político y económico no podría funcionar ni idearse si las altas esferas no están de acuerdo con sus bases. Sería lo mismo que decir: “dos no se pelean si uno no quiere”. El genocidio de una cultura no se produce sin aceptar antes que los asesinos están de acuerdo con lo que se está llevando a cabo.

Hablando ahora como un manual de historia convencional y eurocéntrica: El colonialismo, cuyo surgimiento se remonta a la Edad Moderna, especialmente en el siglo XV, fue un fenómeno histórico en el cual las potencias europeas, entre ellas España, Portugal, Inglaterra, Francia y los Países Bajos, se embarcaron en una intensa competencia por el control de territorios lejanos. Este proceso fue impulsado por avances en la exploración y los descubrimientos geográficos, permitiendo a los europeos explorar nuevas rutas marítimas y descubrir tierras previamente desconocidas. La competencia por la obtención de riquezas, como oro, plata y especias, junto con la expansión de la religión cristiana, motivó a los colonizadores a establecer imperios coloniales con el fin de explotar recursos naturales y expandir su influencia geopolítica.  Los países europeos se  embarcaron hacia nuevos territorios, muchos de los cuales eran aún desconocidos, impulsados por afán de superioridad y riquezas. Es comprensible que, cuando se posee algo valioso que otros desconocen o no pueden obtener fácilmente, surja la ambición de adquirirlo en mayor medida, si me hago con el monopolio de las especies me beneficiaría económicamente de su venta al resto de regiones.

Imagina un mundo en el cual no fuera necesario buscar la superioridad económica, política o militar; es probable que los problemas actuales del planeta, como conflictos bélicos, pobreza, hambrunas y desafíos climáticos, no estuvieran tan presentes. Pues, esta perspectiva resonaba en civilizaciones antiguas como los mayas o los mexicas antes de la llegada de los europeos. Acompáñame en este artículo donde voy a contarte la supremacía ideológica que llevó a Europa a imponerse en el mundo, comprendiendo por qué fueron ellos, y por ende nosotros, los europeos, los responsables de muchas de las desgracias que ocurrieron y aún persisten en el mundo hoy.

  1. "LA TIERRA TENÍA CORAZÓN”

Las ideologías, como fuerzas impulsoras, han desempeñado un papel crucial a lo largo de la historia y han sido, sin lugar a dudas, uno de los motores fundamentales detrás del colonialismo. Desde sus primeras etapas, este proceso se cimentó en el desconocimiento mutuo de las creencias, culturas y modos de vida entre los indígenas americanos y los europeos. Ambos mundos eran prácticamente desconocidos entre sí: los indígenas no comprendían las formas de pensamiento europeas, y viceversa.

La disparidad en la respuesta a esta situación fue notable. Reflejado en el diario de Colón, se evidencia cómo los indígenas intentaban ofrecer recursos a los colonos como un gesto para establecer algún tipo de paz, mientras que los europeos, en contraste, centraban sus pensamientos en la expansión de su población y territorio con objetivos económicos y de establecimiento de su supremacía a través del sometimiento de la población indigena y sus recursos naturales. Este desencuentro ideológico subraya la complejidad y las consecuencias del choque de civilizaciones durante la época colonial. Mientras los indígenas buscaban establecer un entendimiento basado en la cooperación y la coexistencia, los europeos, influenciados por sus propias ideologías de expansión y dominio, se enfocaron en la explotación económica y la afirmación de su supremacía. En este escenario, las ideologías no solo moldearon las acciones de los colonizadores, sino que también jugaron un papel determinante en la configuración de las dinámicas que definirían el discurso del colonialismo en América.

En los años previos a 1492, en las Américas se gestaba un modo de vida arraigado a la tierra, caracterizado por una cooperación mutua persona-tierra que algunos autores describen con la metáfora de que "la tierra tenía corazón". Los paisajes eran considerados lugares habitables entrelazados con la vida humana de manera imaginativa y material, donde la tierra trascendía su función meramente productiva; no era simplemente tierra, sino “Tierra”. Esta concepción desafiaba el punto de vista europeo que veía a la tierra como un recurso económico explotable más.

Sin embargo, con la llegada de la colonización, se inició la imposición de la supremacía europea en estos territorios mediante políticas de abuso, violencia y miedo. Se perpetraban atrocidades como el asesinato de comunidades enteras, la quema de viviendas y la destrucción de símbolos de veneración religiosa, todo con el propósito de afirmar que los colonizadores eran superiores "por gracia de Dios". El ejercicio del dominio colonial tiene una única dirección, de los poderosos a los colonizados. Este contexto no sólo estableció una relación de explotación entre señores y siervos, sino que implicó el robo y control externo de toda una sociedad, trastocando su desarrollo en beneficio de los intereses, principalmente económicos, de los amos coloniales.

Los colonizadores no se conformaban simplemente con establecer lazos de explotación básicos; buscaban desmantelar, denigrar y, en algunos casos, eliminar a las comunidades indígenas, a las que llegaron a considerar "no humanas" simplemente por vivir de una manera diferente a la europea. Este proceso no solo representó un cambio en las dinámicas sociales, sino que marcó una ruptura profunda con la armonía previa entre las comunidades y la tierra que, para los indígenas, tenía un significado más allá de su utilidad económica.

El escenario que se estaba configurando a partir de 1492 marcaba el inicio de la imposición de la forma de vida europea. En términos más simples, los indígenas llevaban un estilo de vida considerablemente alejado de los ideales capitalistas, caracterizados por la producción con excedentes para el comercio, la ley de oferta y demanda, las luchas monopolísticas y las guerras por territorios. Su enfoque era más sencillo: conviven con su entorno, el cual les proporcionaba recursos, y ellos mantenían una relación sostenible desde el punto de vista ecológico. Esta era una dinámica de cuidado mutuo, exenta de conflictos entre comunidades por motivos políticos u otros intereses, dinámicas que surgieron a raíz de la introducción de nuevas ideas en Europa que se sustentaban bajo la idea del “sistema internacional”. 

En algún momento entre 1500 y 1920, aproximadamente, la mayoría de los espacios y pueblos de la tierra quedaron bajo el control, al menos nominal, de los reinos europeos: toda América, toda África, casi toda Oceanía y –teniendo en cuenta también la colonización rusa de Siberia– la mayor parte del continente asiático. La realidad colonial era abigarrada, multifacética, rebelde a las presuntuosas estrategias imperiales, caracterizada por las condiciones locales en ultramar, por las intenciones y posibilidades de las potencias coloniales individuales, por las grandes tendencias en el sistema internacional (Osterhammel, J., & Jansen, J. C. (2019). Colonialismo: historia, formas, efectos. Siglo XXI, p. 2.).

Posteriormente, exploraremos con mayor detalle las consecuencias del colonialismo en la contemporaneidad. No obstante, es crucial subrayar la idea de que, por consiguiente, ¿por qué el capitalismo tiende a desvincularse con frecuencia de sus contextos geopolíticos más amplios? Cedric Robinson sugiere de forma indirecta que la preocupación del radicalismo occidental por el capitalismo como sistema se convierte en una estrategia para eludir la verdadera "maldad". En mi interpretación, esto implica que el discurso intelectual y académico occidental está configurado de manera que resulta más cómodo hablar de sistemas económicos abstractos en lugar de abordar directamente el racismo, el imperialismo y las estructuras de violencia organizada que sustentan las jerarquías globales de poder.

  1. “HEMOS TENIDO QUE PEDIRLE MUY POCO A LA IMAGINACIÓN”

Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad.

- Gabriel García Márquez

El realismo mágico surge en América Latina alrededor de los inicios del siglo XX y, como todas las cosas que se crean y aparecen, tiene una explicación. El realismo mágico forma parte del ámbito de la literatura fantástica, al tiempo que establece distinciones significativas. En esencia, lo fantástico implica la irrupción de lo irreal en lo real, mientras que el realismo mágico presenta lo irreal como un espectáculo dentro del mundo real.

No debe extrañarnos la aparición de esta corriente artística. Como dice García Márquez: “hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación”. La historia de América Latina ha transitado por diversos acontecimientos, la mayoría de las veces eclipsados por una perspectiva eurocentrista para quienes vivimos al otro lado del Atlántico. En este contexto, no ha sido necesario recurrir a la imaginación o inventar los sucesos para construir sus historias, a diferencia de lo que ocurre en la corriente fantástica.

Un fragmento de la obra “La visión de los vencidos” (1959) de Miguel León Portilla recupera la memoria de un indigena sobre la masacre de los mexicas por parte de los españoles. Cito textualmente: “iban arrastrando los intestinos y parecían enredarse los pies en ellos”. Este fragmento presenta semejanzas, por ejemplo, a la forma en que, valga la redundancia, García Marquez describe la muerte de Santiago Nasar en su obra “Crónica de una muerte anunciada” (1981): “Se incorporó de medio lado y se echó a andar en un estado de alucinación, sosteniendo con las manos las vísceras colgantes”.

Este y muchos ejemplos más reflejan la influencia de la etapa colonial y lo que estas culturas sufrieron por meras discrepancias ideológicas. Fueron asesinados y asesinadas, exterminadas y exterminados y en la mayor parte de los casos violadas. En la obra previamente mencionada, “La visión de los vencidos” (1959), cuenta cómo algunas mujeres mexicas optaban por ensuciarse y cambiarse de ropa para no llamar la atención de los colonizadores y no ser violadas. Estos ejemplos, entre otros, junto con su vinculación e impacto en las culturas, artes, políticas, etc., subrayan la importancia de no pasar por alto estos sucesos. Muchos lugares dentro y fuera de la América Latina siguen pagando el pasaje colonial. Autores como Córtazar o Márquez manifiestan su interés por estos acontecimientos, siendo claros ejemplos de que este legado histórico no se puede pasar por alto.

La ocultación sistemática de la historia de América Latina ha sido un tema de gran relevancia abordado por numerosos historiadores. La aparición del realismo mágico puede entenderse como una respuesta inconsciente a esta realidad: genocidios en masa en la época colonial, su denigración por parte de todas las colonias mundiales, acontecimientos climáticos y sísmicos, figuras como Fidel Castro o otras como Pablo Escobar o el Chapo Guzmán que demostraron cómo cosas tan horribles e impensables para una mente humana podían acontecer. Son sólo algunos ejemplos que reflejan que estas tierras han vivido sucesos que podrían parecer sacados de una película de Hollywood. “El realismo mágico se define como lo que sucede cuando en un entorno muy detallado y realista es invadido por algo demasiado extraño para ser creído. Hay una razón por la que el realismo mágico nació en Colombia” (Esta cita marca el comienzo de la serie "Narcos" (Padilha, J., & Brancato, C. (Productores). (2015–2017). Narcos [Serie de televisión]. Netflix; Dynamo Producciones; Gaumont International Television) y representa un ejemplo claro de cómo el realismo mágico se convierte en un elemento vital que impide que la historia latinoamericana caiga en el olvido. Su origen en este contexto no es casual, sino más bien una respuesta a la subyugación que la memoria histórica de la región ha experimentado a lo largo de los años. El factor de que lo irreal se presenta en la realidad refleja esta crítica de estas sociedad contra todo lo que han sufrido. Hechos tan atroces como los ocurridos tras la llegada de los españoles son algo que, hasta el día de hoy, y espero que, a pesar del rumbo que ha tomado el mundo en estos últimos años y en el futuro, continúan y seguirán siendo incomprensibles.).

  1. “DE LOS PODEROSO A LOS COLONIZADOS”

La predominancia de la economía en la mentalidad contemporánea ha llegado al punto en el que el capitalismo se percibe como el principal impulsor de la historia moderna, relegando la geopolítica y el imperio a meros efectos secundarios. No obstante, es innegable que la era de las conquistas militares occidentales precede por siglos al surgimiento del capitalismo. De hecho, fueron estas conquistas y los sistemas imperiales que emergieron de ellas los que propiciaron y facilitaron la ascensión de lo que hoy conocemos como capitalismo a su posición dominante.

Se ha afirmado que el genocidio de los pueblos amerindios marcó el inicio del mundo moderno en Europa; sin el saqueo de América, Europa habría permanecido como el traspatio de Eurasia, hogar de civilizaciones considerablemente más prósperas durante la Edad Media. El despojo de las Américas, según este argumento, es crucial para entender la génesis del capitalismo y, por ende, la posterior Revolución Industrial. De esta manera, se plantea la posibilidad de que sin el expolio de América, el Antropoceno podría no haber llegado a existir. Como dice Osterhammel: “El ejercicio del dominio colonial tiene una única dirección, de los poderosos a los colonizados. (...) Todavía hoy perduran las devastadoras implicaciones y terribles consecuencias del colonialismo, y por ello es más necesario que nunca una revisión no solo de su evolución espacial y cronológica, sino que urge un análisis de la variación de las formas y estructuras que el sistema colonial adoptó a lo largo de la historia”.

En la actualidad, el capitalismo se define como un sistema económico basado en la propiedad privada de los medios de producción y en la libertad de mercado. Una definición muy diferente al concepto inicial de capitalismo, el capitalismo colonial. Este último se caracterizaba por dos elementos estructurales fundamentales; el establecimiento de una relación de subordinación centro-periferia y la formación de una estructura social donde las poblaciones “de color” están en el eslabón más bajo, estructuralmente subordinadas, mientras que las clases altas y medias-altas son abrumadoramente blancas.

El choque cultural que aconteció con la llegada de los europeos terminó por imponer la ideología de la tierra como un simple recurso, dando como resultado un mundo patas arriba. A lo largo de cinco siglos de historia, se libraron rivalidades geopolíticas por el control de diversos recursos como el clavo, la nuez moscada y la pimienta. Las tierras fueron explotadas para obtener la máxima cantidad de recursos, y se perpetraron atrocidades contra sus habitantes en aras de controlar dichos recursos. Todo ello con un único objetivo: convertirse en dueños exclusivos de ciertos recursos para luego comercializarlos en un mercado regido por la oferta y la demanda.

Esto nos lleva a reflexionar sobre el sistema económico en el que estamos inmersos hoy en día, un sistema capitalista que continúa explotando poblaciones en diversas partes del mundo con el fin de monopolizar sus recursos y venderlos. La noción de primer y tercer mundo no surgió de manera aislada; más bien, se originó a raíz de la opresión que los países actualmente ubicados en el "primer mundo" ejercieron sobre aquellos en el "tercer mundo". El cobalto, el petróleo, las minas de minerales, entre otros recursos, son solo algunos de los elementos que cobran vidas de cientos de personas debido a las precarias condiciones de vida que, nosotros, los países “ricos” permitimos que tengan. Así pues, ¿por qué el capitalismo se abstrae tan a menudo de sus contextos geopolíticos más amplios?

“La preocupación del radicalismo occidental por el capitalismo como sistema» es una forma de evitar la verdadera maldad ” (Robinson, C. J. (1983). Black Marxism: The Making of the Black Radical Tradition. Zed Books, pp. 68 y 308.). Resulta más fácil hablar de sistemas económicos complejos que tratar temas como el racismo, imperialismo, genocidios y estructuras de violencia organizadas que sustentan, aún a día de hoy, las jerarquías globales de poder.

El mundo actual es, en cierto modo, el legado del colonialismo. Sorprendentemente, en diversas partes del globo, persisten atrocidades que se asemejan a las narradas en este artículo, a pesar de que se creía que ya habían sido superadas. El conflicto entre Israel y Palestina, sumado al entorno geopolítico que lo rodea y que permite un genocidio incesante. Asimismo, las explotaciones en regiones africanas y las fábricas textiles en Tailandia son tan solo algunos ejemplos de que nuestro mundo sigue apoyándose, como mencioné anteriormente, en las mismas estructuras, sostenidas en violencia, que se iniciaron en 1491.

V. “EFECTO DOMINÓ” 

Quedarían muchas facetas por explorar en este ensayo si intentara abarcar todos los sectores en los que el colonialismo dejó una profunda huella, pero ese no era mi propósito. En este trabajo, busco ilustrar el colonialismo como un fenómeno de "efecto dominó", donde la llegada de los españoles desencadenó una serie de cambios y transformaciones en la sociedad y el mundo, moldeándolos en la forma en que los conocemos hoy en día.

Estos son solo algunos de los temas que incitan a investigadores e historiadores a redactar artículos; algunos argumentan que parte de la responsabilidad de la crisis climática actual recae en el desequilibrio que los europeos generaron en América al explotar sus recursos naturales, mientras que otros relacionan estos sucesos con sistemas económicos. 

Podría extenderme considerablemente tratando los abusos coloniales perpetrados en estas regiones, pero como mencioné anteriormente, ese no es mi objetivo. Mi intención es comprender el colonialismo como un factor crucial en el desarrollo del mundo contemporáneo; un proceso que influyó de manera significativa en una amplia gama de problemas y eventos actuales. El colonialismo ha dejado una marca indeleble en los ámbitos social, político, económico, filosófico e ideológico del mundo contemporáneo.

“Para los europeos América del Sur es un hombre de bigotes, con una guitarra y un revólver”

-Gabriel García Márquez


Bibliografía

  • Ayroles, A. & Guarnido, J. (2020). El Buscón en las Indias. Barcelona: Norma Editorial. ​Norma Editorial

  • De Lizana, B. (1988). Historia de Yucatán (F. Jiménez Villalba, Ed.). Madrid: Historia 16. ​

  • Ghosh, A. (2023). La maldición de la nuez moscada: Parábolas para un planeta en crisis. Madrid: Capitán Swing. ​

  • Márquez, G. G. (2003). El coronel no tiene quien le escriba. Barcelona: DeBolsillo.​

  • Osterhammel, J., & Jansen, J. C. (2019). Colonialismo: Historia, formas, efectos. Madrid: Siglo XXI Editores.

  • Padilha, J. & Brancato, C. (Productores). (2015–2017). Narcos [Serie de televisión]. Netflix; Dynamo Producciones; Gaumont International Television.​

  • Robinson, C. J. (1983). Black Marxism: The Making of the Black Radical Tradition. Londres: Zed Books.


Doval Iglesias, J.

@_Juliodoval_